Jake Thackray, el amo de la chanson britannique.

Publicado originalmente el 5 de abril de 2013.

0. Humor inglés, canción francesa. ¿Qué haría yo sin estas dos cosas?

1. El humor inglés lo tiene todo para mí: sátira despiadada, comentario social, lucha de clases, tontería, surrealismo, excentricidad, amor por lo marginal, grosería calculada, ataques viciosos, refinamiento absoluto, Absurdo con A mayúscula. Ya voy a ponerme molestito otra vez, usted disculpe. Pero es que, ¿qué sería de la vida sin Jeeves y Wooster y P.G. Wodehouse? ¿Sin Tom Sharpe, sin Wilt? ¿Sin Douglas Adams y la Guía del autoestopista galáctico, sin Dirk Gently? ¿Sin Eoin Colfer? ¿Sin Kingsley Amis? ¿Sin Saki? ¿Sin Roald Dahl? ¿Sin Evelyn Waugh? ¿Sin Ivor Cutler? ¿Qué pasaría si no hubiese Stephen Fry, ni Hugh Laurie, ni Dudley Moore, ni Peter Cook? ¿Una vida sin Monty Python? ¿Una colección de discos sin The Bonzo Dog Doo Dah Band, sin los Rutles? ¿Un mundo sin Noël Coward? ¿Sin Carry On? ¿Sin Benny Hill? ¿Sin Peter “Dios” Sellers, sin los Goons? ¿Sin Flanders & Swann? ¿Sin Chas & Dave? ¿Qué sería del siglo XXI sin Ricky Gervais? ¿Sin Serafinowicz y Look Around You? ¿Sin el Shakespeare más despiadado, sin Carroll, sin Wilde? ¿Un mundo sin el Conde Pátula, sin The Mighty Boosh, sin Ali G?

No, no puedo imaginarlo. ¿Qué sería del mundo sin Jake Thackray?

2. La canción francesa (chanson française) lo tiene todo para mí: poesía callejera, afectación de cantina, melancolía de fondo de botella de vino barato, comentario social, erres pedantes, surrealismo, amores imposibles, excentricidad, chicas con jerseys de cuello alto y palidez infinita cantando canciones sobre llorar y leer y ese tipo de cosas de las que cantan las chicas con jerseys de cuello alto y palidez infinita, refinamiento absoluto. No puedo evitarlo: me vuelve un poco loco. Sé que mis amigos me reclaman que mate la fiesta con Jacki de Jacques Brel pero, hey, mendas, ¿cuántas otras fiestas comenzaron con Le poinconneur des lilas o Je bois? Discúlpenme pero, para mí, siempre un poco de Georges Brassens, de Boris Vian, de Françoise Hardy. Y siempre más Serge Gainsbourg, más Charles Trenet, más Brel. ¿Yves Montand? Más. ¿Charles Aznavour? Sí, claro, con todo y todo. ¿Joe Dassin? Por supuesto. Y Sylvie Vartan, Dani, Zazie, Brigitte Fontaine, France Gall y todas esas nínfulas sixties que cuando cantaban sufrían mucho y ponían ojos de sapo a pesar de estar cantando sobre pedirle permiso a papá para salir o sobre flores o sobre beber café. Qué importa, sigan cantando.

¿Jake Thackray? ¡OUAIS!

3. ¿Y por qué diablos Jake Thackray aparece en ambos casos, si evidentemente tiene un nombre muy pastoral para ser comedia inglesa y muy inglés para ser chanson? Porque el mundo es así y la improbabilidad douglasadamsianas se cuela en cualquier oportunidad para hacer que la vida sea brillante. Jake Thackray es el único inglés que hacía chanson con un humor puramente inglés. Tú lo escuchas así de paso y crees que es Georges Brassens pero en inglés. Pero le pones atención a las letras y tu cerebro se hace pedacitos. Que sí.

Jake Thackray era todo acento Yorkshire y guitarra acústica y acordes de jazz y voz de barítono y pinta folk. Lo veías y creías que iba a comenzar con una perorata folkie, pero en lugar de eso contaba un chiste y cantaba una falsa canción de amor que dice “I’ll be polite to your daddy / Frightfully lah-di-dah / Although he always bores my to my boots / I love you very much.” Y es que en aquellos años 60 (esos otros años 60) salía en la tele cada que la encendías, cantando una canción distinta. Para muchos, era incomprensible que su humor fuese acompañado de esas melodías montmartrianas. Para otros, era incomprensible que esas melodías montmartrianas tuviesen letras humorísticas. Eso sí, dentro de la tradición inglesa, la cosa iba de dobles entendidos, juegos de palabras e historias con personajes entrañables que se metían en líos descabellados. Tipazo.

El humor de verdad, el que puede salvar el mundo, comienza al reírse de uno mismo. Y, claro, el que se burla tiene que sentir afecto por el objeto de burla; si no, no funciona. En ese sentido, Jake Thackray era un humorista consumado. Pero además era un gran narrador, un fascinante letrista y un sujeto que conocía su música, por lo que pocas de sus canciones son malas. No era un humor tan franco como el de la Bonzo Dog Band: era desconcertante, nada chillante, porque comenzaba como un educadísimo gentleman francófilo y terminaba contando chistes verdes y retruécanos brillantísimos. No te la creías. Sus canciones hablaban de tipos al borde del ridículo y el desprestigio (a lo Bertie Wooster), de la vida provinciana, de pubs, de mujeres malas, de mujeres buenas, de poesía carrolliana, de qué tanto está del revés el mundo y de resignación valiente ante la vida. Este tipo tenía una mente centelleante y a menudo incomprendida.

Por fortuna, a pesar de que se fue de este mundo enfermo y triste en 2002, Thackray dejó un buen puñado de grabaciones que le hacen la vida a cualquiera: The Last Will and Testament of Jake Thackray (1967) ya anuncia sus intenciones sardónicas desde el título; Jake’s Progress es otro monumento a la ironía y a la melodía; Bantam Cock sigue por el mismo camino: es una maldita máquina de sonrisas; On Again! On Again! fue su comeback después de muchos años de no grabar. Lo demás que podrán encontrarse de él son discos en vivo y algunas recopilaciones bastante buenas (sobre todo la muy codiciada cada de cuatro discos Jake in a Box que sacó EMI en 2006.) Honor a quien honor merece.

En tiempos como los que corren, hacen falta canciones como las de Jake Thackray. Hay que hacerle un espacio en nuestras vidas. Nos irá bien.

Hazte a un lado, Morrissey. Deja que pase el amo. Deja que pase Jake Thackray.

C/S.

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